¿Qué es la radioterapia?

Muchas veces cuando se habla de radioterapia se da por sentado que el paciente conoce cómo este tratamiento actúa o en qué casos es necesaria para tratar el cáncer. Hemos entrevistado a la Dra. Virginia Ruiz, Médico Especialista en Oncología Radioterápica del Hospital Universitario de Burgos, para que nos explique los conceptos básicos de la radioterapia.

¿Qué es la radioterapia?

La radioterapia es uno de los pilares del tratamiento oncológico que emplea las radiaciones ionizantes producidas artificial o naturalmente, para combatir el cáncer.
Existen fundamentalmente dos modalidades de tratamiento:

1.- Radioterapia externa: Es la modalidad más empleada y conocida. Se trata de aplicar radiación sobre el tumor desde fuera, es decir, desde un acelerador lineal de electrones. Esta tecnología permite generar fotones de alta energía que atraviesan los diferentes tejidos para alcanzar y eliminar el tumor.

2.- Braquiterapia: Es una modalidad de radioterapia que aprovecha cavidades naturales o las hendiduras del tejido donde está el tumor, para colocar un elemento radiactivo cerca del tumor de forma permanente o transitoria según el caso. Es muy conocida esta técnica con semillas radiactivas en cáncer de próstata localizado de bajo riesgo o como complemento a la radioterapia externa en tumores ginecológicos.

 ¿Cuándo se trata al paciente con radioterapia?

La radioterapia se puede emplear en distintos supuestos:

1.- Como tratamiento radical o curativo exclusivo o combinado ya sea a la vez (concomitante) o secuencial con otros tratamientos (quimioterapia o terapias dirigidas) como alternativa a la cirugía si ésta no es posible por motivos médicos o para conservar el órgano y su función y evitar así que se extraiga el órgano afectado

2.- Como tratamiento adyuvante o complementario a una cirugía en los casos que haya riesgo de recaída local o de los tejidos u órganos próximos, como ocurre tras una cirugía conservadora de la mama por ejemplo.

3.- Como tratamiento paliativo para aliviar síntomas (dolor, sangrado u obstrucción) o evitar complicaciones graves (cómo cuando hay compresión medular)

4.- Como tratamiento ablativo (y con intención curativa) en los casos de pacientes con poca carga tumoral metastásica (5 o menos metástasis) cambiando así la historia natural de la enfermedad y retrasando lo máximo posible la progresión de la misma.

¿A parte de destruir células cancerígenas puede destruir células sanas?

La radioterapia tiene como fin principal destruir el tejido tumoral con el mínimo daño posible al tejido sano circundante. Para ello contamos con tecnología que nos permite aplicar la radiación de una forma muy precisa gracias al control de esa radiación por imagen radiológica antes de aplicar la sesión de tratamiento (lo que se conoce como radioterapia guiada por imagen o IGRT).

La radioterapia se aplica generalmente en forma de pequeñas fracciones o sesiones diarias. Un tratamiento estándar pueden ser 25-30 sesiones aproximadamente, aunque pueden ser algo menos o más según el caso y la tecnología disponible. La razón de aplicar este tratamiento con radiaciones en pequeñas sesiones diarias es porque de este modo vamos eliminando de forma paulatina a las células tumorales que normalmente tienen dificultades para repararse, sobrevivir y reproducirse tras el impacto de la radiación, dejando así tiempo a las células sanas a que se reparen.

Las células sanas, a diferencia de las tumorales, se reparan de las pequeñas dosis de radiación con una relativa facilidad. De esta forma, los oncólogos radioterápicos nos aprovechamos de esta coyuntura radiobiológica para tratar y destruir convenientemente a los tumores minimizando el daño a las células sanas.

¿Tiene efectos secundarios?

Hemos de asumir que absolutamente todos los tratamientos oncológicos (cirugía, quimioterapia, inmunoterapia o radioterapia) tienen sus respectivos efectos secundarios. Ello es debido a que hemos de destruir células tumorales que están asentados sobre tejidos con células normales.

En el caso de la radioterapia jugamos con una herramienta que actúa principalmente a nivel local o a nivel locorregional y precisamente ahí, en la región anatómica que tratemos, se van a dar los posibles efectos secundarios.

Tradicionalmente se cree que la radioterapia “quema” los tejidos. En realidad la radiación no quema, sino que produce una inflamación pasajera sobre la zona del cuerpo a la que se aplica.

La radioterapia ha evolucionado exponencialmente en los últimos veinte años, de tal modo que podemos decir que es un tratamiento cómodo, se administra habitualmente de forma ambulatoria, con efectos tolerables en la mayoría de casos, es precisa, moderna y con un gran potencial curativo que no deberíamos olvidar.

Dra. Virginia Ruiz
Médico Especialista en Oncología Radioterápica del Hospital Universitario de Burgos
Cofundadora del Proyecto HONCOR y blogger de «Un Rayo de Esperanza»
Twitter: @ProyectoHONCOR

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