El primer niño tratado en Madrid con CAR-T contra la leucemia vuelve a casa

Un niño de once años disfrutará de unas merecidas vacaciones gracias a las novedosas terapias CAR-T. Un tratamiento que hasta hace algunos años estaba restringido al laboratorio, pero que poco a poco deja avances como esta remisión del cáncer que padecía.

El joven, con Leucemia Linfoblástica Aguda tipo B (LLA-B), ha sido tratado en el hospital de La Paz de Madrid. La terapia CAR-T forma parte de la inmunoterapia, medicamentos que refuerzan y arman al sistema inmunitario contra las células tumorales.

La fabricación del medicamento suministrado ha durado  aproximadamente un mes y lo que se obtiene es una ansiada alternativa para cuando todo lo demás falla. De momento, no se han encontrado efectos secundarios y un segundo paciente está recibiendo el mismo tratamiento. 

Este tipo de medicina personalizada todavía se encuentra en desarrollo y de ningún modo es la solución definitiva en estos difíciles casos. Muchos son los factores que influyen y en otras ocasiones el resultado no ha sido tan favorable.

Pero su potencial, la posibilidad de personalización aprovechando las propias células del paciente y lo mucho que se ha avanzado en tan poco tiempo, anima a continuar y confiar en el esfuerzo puesto por los investigadores y médicos.

Una nueva salida para la leucemia infantil más frecuente

El año pasado el ministerio aprobaba un plan para integrarlo en el Sistema Nacional de Salud (SNS) para esta unión de células T y CAR. Un proceso todavía lento y que está arrancando.

Aun así, es una de las opciones que más suena para los niños diagnosticados con Leucemia Linfoblástica Aguda, el cáncer más común entre los más pequeños.  

Normalmente se aplica la quimioterapia intensiva, pero si el cáncer regresa (y también falla el trasplante de células madre) las posibilidades son prácticamente inexistentes. Aquí entra esta particular medicina personalizada.

Es casi como un entrenamiento extraordinario de las células del propio paciente, que se marchan para regresar más fuertes. Estos linfocitos T, extraídos de la sangre del paciente, se modifican mediante técnicas de ingeniería genética,

En concreto, se reprograman para que en su superficie produzcan unos receptores muy especiales (CAR). Estas moléculas sintéticas permitirán a la célula T reconocer y “pegarse” a una proteína específica de las células tumorales.

Una vez manipuladas, en el laboratorio se elaboran grandes cantidades que retornarán al paciente más preparadas que nunca y en busca del tumor. Finalmente, cuando encuentre y se una a la célula maligna, se activará para destruirla. 

Los próximos obstáculos que los expertos contemplan son los efectos secundarios, la complejidad  de su producción y el alto coste. Un panorama que no desalienta, pues se trata de uno los avances más importantes de las últimas décadas y que ha demostrado sus posibilidades en pacientes que se pensaban terminales. 

Bibliografía

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