Alimentación y cáncer: una relación complicada

Hay pocas cosas que llamen tanto la atención como la relación existente entre el cáncer y lo que comemos cada día. La nutrición es un tema que de por sí preocupa a todo el mundo. Si a eso le añadimos los mitos, los rumores y la información malentendida, este tema se convierte en un cliché constante en cuanto a la información sobre salud. Pero, ¿qué sabemos al respecto?

La manera que tenemos de alimentarnos puede afectar a la probabilidad de sufrir un cáncer

Sí, es cierto. Según el Estudio Prospectivo Europeo sobre Nutrición y Cáncer, publicado en 2004, más del 90% de las causas oncogénicas provienen de nuestro alrededor. De ellas, aproximadamente el 35% se deben a la nutrición, cifra que aumenta ostensiblemente si añadimos la obesidad a este porcentaje.

¿Y por qué? ¿Está tan relacionada la nutrición? Lo que comemos es descompuesto en nuestro sistema digestivo para nutrirnos. Pero entre las sustancias que asimilamos se encuentran compuestos que pueden predisponer a las células a convertirse en cancerígenas.

Los organismos especializados, como la European Food Safety Authority o EFSA, o la Food and Drug Administration americana, la FDA, marcan los límites seguros autorizados a los que se pueden emplear las sustancias sospechosas de ser peligrosas. Para ello se llevan a cabo cientos de miles de estudios, durante decenas de años, en los que se comprueba la seguridad de un alimento.

Por tanto, todos los alimentos que llegan al mercado están aprobados por su seguridad, en su consumo. Así, aunque la dieta es un factor determinante en la predisposición de sufrir cáncer, esto se debe más a los hábitos alimenticios que a las sustancias concretas que pueden resultar peligrosas.

Lo importante no es qué comemos, sino nuestros hábitos

Según los últimos estudios, el exceso de carne, el consumo de alcohol o una gran cantidad de azúcares libres, por ejemplo, están directamente asociados con diversos tipos de cáncer. La relación no es sencilla, pero deja clara una cosa: una dieta equilibrada, rica en fibras alimentarias, vegetales, frutas, legumbres, con un consumo moderado de pescado y cereales, ayuda a reducir la propensión a padecer esta enfermedad (y otras asociadas).

¿Qué hay de los alimentos anticáncer?

Efectivamente, existen numerosas sustancias que han probado una actividad anticarcinógena. El problema es que, como ocurre con las sustancias cancerígenas, es mucho más importante el impacto total de nuestros hábitos alimenticios que el consumo de una sustancia anticancerígena. Eso no quiere decir que no podamos añadirlas a la dieta, pero su impacto es solo una gota más en un vaso que hay que llenar. En definitiva, como decíamos, es muy importante no centrar nuestra atención en sustancias concretas, tanto porque nos preocupen por ser cancerígenas como por su capacidad anticancerígena.

Es mucho más importante esforzarnos en cambiar los hábitos alimenticios y adoptar una dieta equilibrada, nos ayudará a alejarnos de las sustancias más peligrosas procedentes de los alimentos ultraprocesados (el exceso de grasas y de azúcares, sustancias como la acrilamida, oxidantes…) a la vez que nos proporcionan una mayor cantidad de nutrientes beneficiosos (fibras, antioxidantes vegetales, grasas beneficiosas…) provenientes de las frutas, verduras y alimentos frescos.

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